La espiritualidad ignaciana para el bien vivir y el bien morir. Algunas reflexiones a partir de las preparaciones para la muerte
Abstract
De ahí a otros cuatro meses que él estaba ya en una casilla, fuera del hospital, viene un día un alguacil a su puerta, y le llama y dice: “Veníos un poco conmigo”. Y dejándole en la cárcel, les dice: “No salgáis de aquí hasta que os sea ordenado otra cosa”. Esto era un tiempo de verano, y él no estaba estrecho, y así venían muchos a visitarle; y hacía lo mismo que libre, de hacer doctrina y dar ejercicios. No quiso nunca tomar abogado ni procurador, aunque muchos se ofrecían. Acuérdese especialmente de doña Teresa de Cárdenas, la cual le envió a visitar y le hizo muchas veces ofertas de sacarle de allí: mas no aceptó nada, diciendo siempre: “Aquel por cuyo amor aquí entré, me sacará, si fuere servido de ello”. Ignacio de Loyola. Entre los siglos XV y XIX el mundo católico occidental desarrolló diversos dispositivos que permitían preparar el alma para la muerte. Los artes moriendi (ars moriendi en singular) comenzaron a circular en el siglo XV; eran opúsculos breves, acompañados de algunas imágenes, cuyo objetivo principal era prevenir al moribundo acerca de cinco tentaciones diabólicas.
Fuente
Revista de la Universidad Iberoamericana. IBERO (ISSN: 2594-2662),Vol. 13, núm. 77, (Diciembre de 2021-enero de 2022), pp. 36-41
Area de conocimiento
HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA CONDUCTA
Temas
IBERO
;
San Ignacio de Loyola
;
Espiritualidad
;
Jesuitas
;
Compañía de Jesus
;
Bien vivir
;
Bien morir
;
Muerte
;
HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA CONDUCTA
;